jueves, mayo 11, 2006

Somos los ingleses de América latina

Enviado por Cristian Gonzalez cristianogs@yahoo.es
 
Esta declaración la bajé del un sitio en la web , por
favor hacerla circular, las similitudes son
vergonzosas...



El 1 de marzo de 1981, 10 presos políticos irlandeses
iniciaron una huelga de hambre en el Bloque H de la
cárcel de Maze, Inglaterra. El Bloque H, más que una
sección, era un centro de torturas y vejámenes. Allí
eran trasladados desnudos, todos los presos políticos
del Ejército Republicano Irlandés (IRA) que se negaban
a usar el uniforme de "delincuentes comunes".
Encabezados por Bobby Sands, los presos exigieron su
derecho a usar su propia ropa, no ser obligados a
realizar trabajos serviles, el derecho a vincularse
entre ellos, el derecho a recibir una visita semanal,
a recibir y enviar correspondencia, y finalmente poder
estudiar.

Derecho a usar su propia ropa, recibir visitar,
estudiar. Con la distancia que dan los años, podría
decirse que se trataba de peticiones abordables para
cualquier gobierno "democrático". No lo fue así para
ellos. Luego de 66 días de huelga de hambre, ciego por
completo y en los huesos, Sands murió. Tenía 27 años.
Días más tarde lo siguieron Francis Hugues, Fraymond
McCreesh, Ptsy O'Hara, Joe Mc Donnel, Martin Hurson,
Kevin Lynch, Kieran Doherty, Thomas Mc Elwee y Michael
Devine. Durante la huelga, Margaret Thatcher, la
polémica dama de hierro, no cedió ni un ápice.

"Mr. Robert Sands, un recluso de Maze, murió a las
1:17 de esta madrugada. Él se quitó la vida rehusando
alimentos y asistencia médica". Así informó su muerte
un frío comunicado del gobierno inglés emitido a pocas
horas de confirmado el primer deceso. Y es que a pesar
de la tragedia en la cárcel de Maze, la primera
ministra Thatcher no cedió un milímetro a los justos
reclamos de los presos, respaldados incluso por un
enviado especial del Vaticano, atendiendo la arraigada
fe católica de gran parte de la población
norirlandesa. Solamente en octubre de 1980, tras
abandonar los presos las constantes huelgas de hambre
que se multiplicaban por doquier, el gobierno
metropolitano concedió un punto de los cinco
demandados por los huelguistas de Maze: que los presos
irlandeses pudieran vestir sus ropas. Hablamos de
fines de 1981, a las puertas del siglo XXI, en el
epicentro de lo que más tarde sería la Unión Europea.
Y la gran concesión del gobierno fue ¡que los presos
no estuvieran desnudos en la cárcel!

En Chile, desde el pasado 13 de marzo, cuatro presos
políticos mapuches, condenados a 10 años de cárcel por
delitos "terroristas", mantienen una huelga de hambre
que –según detallan informes médicos- comienza a poner
en grave peligro sus vidas. La comenzaron en la cárcel
de Angol y la continúan por estos días en la
enfermería de la cárcel de Temuco, capital de La
Araucanía, bajo fuertes medidas de seguridad y
monitoreados por especialistas médicos que en vano
logran convencerlos de deponer su movilización.
Ignorados durante semanas por la prensa chilena y el
gobierno, solo la inquebrantable voluntad de su
sacrificio ha logrado captar la atención de la
ciudadanía y las autoridades. Todos ellos pertenecen a
empobrecidas comunidades de la zona de Ercilla y
fueron condenados por incendiar un predio forestal,
propiedad del magnate chileno Eliodoro Matte Larrain,
cabeza de uno de los principales grupos económicos del
país y poseedor de una fortuna evaluada en 4.100
millones de dólares según el ranking Forbes de este
año.

Los cuatro huelguistas niegan los cargos en su contra,
denuncian persecución política, la aplicación injusta
y condenable de una legislación antiterrorista
heredada de los tiempos de Pinochet y solicitan a las
autoridades la revisión de sus drásticas condenas,
atendiendo que en un reciente juicio, otros dos
mapuches imputados por la misma causa fueron absueltos
del cargo de "terrorismo". El mismo juicio, mismas
pruebas, similares testimonios y un fallo favorable a
los imputados. No están solos en su reclamo.
Organismos de derechos humanos, organizaciones
indígenas, agrupaciones políticas, sociales,
estudiantiles y sindicales, se han sumado a una larga
cadena de voluntades con el único objetivo a estas
alturas de salvarles la vida. Desde Ginebra, el propio
Relator de Naciones Unidas para los Pueblos Indígenas,
Rodolfo Stavenhagen, instó al Gobierno chileno "a
desarrollar todos los esfuerzos que estén a su alcance
para llegar a acuerdos que permitan dar una salida a
la situación planteada por los presos", sin provocar
lamentablemente en las autoridades el menor asomo de
preocupación.

Un mito popular dice que los chilenos son "los
ingleses de Latinoamérica". Si del tratamiento que el
Estado otorga a las nacionalidades oprimidas que
habitamos al interior de sus fronteras se trata –como
lo es en definitiva el caso del pueblo mapuche-, nada
tendría Michelle Bachelet que envidiar a la otrora
temida dama de hierro británica. Los estados de
herencia colonial aprenden de sus pares para golpear
mejor y también para ignorar a su oponente. Thatcher y
Bachelet. El mismo silencio cómplice, la misma
soberbia enquistada como política de estado, la misma
arrogancia-masculina (vaya paradoja) a la hora de dar
cuenta del ejercicio del poder frente a quienes, por
cuna, riqueza o posición, nos gobiernan a fin de
cuentas desde las sombras. Algunos podrán decir que
exagero. Se dirá que el historial de víctima de
violación a los derechos humanos de la primera
mandataria chilena obliga a una lectura menos crítica
de sus acciones. Nada más equivocado. Aquel historial
y aquella sensibilidad especial de la que tanto nos
hablaron (y nos vendieron) cuando era candidata, solo
agrava sus faltas como presidenta. Su pasado la obliga
más que nadie a no apartar la vista, a no hacer vista
gorda, allí donde mandan las razones de estado y la
sinrazón judicial, las mismas de las cuales fue
víctima en otros tiempos tanto ella como su familia.

Mapuche
Wallmapu (país mapuche)
- Miércoles, 10 de Mayo de 2006 a las 21:20:57 (hora
GMT)


 
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1 comentario:

consuelito dijo...

no se olviden de nuestro mestizaje